De Zaragoza viajamos a Madrid, en los años sesenta todos teníamos
un sentimiento provinciano y visitar Madrid era un acontecimiento. Llegamos a
la estación de Atocha, cogimos un taxi y nos dirigimos a la plaza del Callao
donde nos habían indicado una pensión, era de noche nos recibió la dueña una
señora muy amable nos indico donde podíamos ir a cenar, dejamos las maletas y
nos fuimos, al regresar quisimos ducharnos y a mitad se estropeo el calentador,
en pleno mes de diciembre un mal comienzo. Fue el único percance que tuvimos en
nuestra estancia en la Villa y Corte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario