Nuestra llegada a Zaragoza, fue algo grande llegar a una ciudad
desconocida en aquellos tiempos que nos habían pedido dos veces en el tren el carné
de identidad y el libro de familia. Zaragoza nos recibió con lluvia y mucho frió
en aquel nueve de diciembre. Entonces no se viajaba con agencias eran muy caras
y no se buscaba por Internet. Así llegamos a la estación de tarde-noche y
lloviendo, cuando llegabas a cualquier ciudad, lo que te encontrabas en la
estación era un montón de taxistas que te ofrecían sitios para alojarte, nos
decidimos por el Hostal Cataluña por ser el que mejor nos representaba, el
taxista nos dijo que estaba en el centro. No nos engaño estaba situado en la
calle del Coso, cerca de la plaza del Pilar y era muy confortable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario